El ejercicio físico tiene muchos beneficios conocidos para la salud tanto física como mental. Ayuda a mejorar la autoestima, la seguridad en uno mismo y al mismo tiempo aporta bienestar Psicológico.

Hay estudios que demuestran que las personas que son físicamente más activas, son menos propensas a presentar un deterioro de la función mental.

La práctica de ejercicio frecuente, mejora la sinapsis entre neuronas, el aprendizaje, la memoria, así como estados depresivos y de ansiedad.

Si el ejercicio es regular nos ayuda a mantener capacidades cognitivas como la orientación y la memoria, también favorece la socialización.

Hacer ejercicio de manera regular nos puede ayudar a:

• Conservar la capacidad de pensamiento, razonamiento y aprendizaje en personas sanas.
• Mejorar la memoria, el razonamiento y la función cognitiva en el caso de personas con una enfermedad de Alzheimer leve.
• Aumentar el tamaño de la parte del cerebro asociada a la formación de la memoria.
• La actividad física parece ayudar al cerebro, no solo a mantener el flujo sanguíneo sino también a aumentar las sustancias químicas que protegen el cerebro.

Por lo que:

La clave para ralentizar la progresión de la enfermedad de Alzheimer reside en la estimulación del cerebro, siendo una buena opción la realización del ejercicio físico de manera constante (realizando ejercicios aeróbicos, de fuerza y estiramientos)

Entrenar la marcha, el equilibrio y la musculatura fomenta la independencia funcional, la capacidad física y la movilidad.

La implicación del cuidador en los programas de ejercicio físico hará que ellos se beneficien también al comprobar los efectos positivos en la persona que cuidan y se reducirá la carga de trabajo.

Desde la fisioterapia, trabajamos de manera activa para que los pacientes mejoren a nivel físico y disminuyan sus dolencias y también se beneficien a nivel cognitivo de la práctica del ejercicio físico.